miércoles, febrero 15, 2006

Orgullo blanco


No estoy seguro, pero creo que a Alfredo Di Stéfano se le atribuye una frase que más o menos dice así: "El fútbol dejó de ser el mismo el día en que un secador de pelo entró en el vestuario".

Pues sí, mucho ha cambiado este deporte desde la época del legendario jugador blanco hasta nuestros días. El fútbol de hoy es mercadotecnia, derechos de imagen, televisión, negocio, camisetas... Le queda muy poco de aquella esencia que encarnaron como nadie jugadores como Di Stéfano, Gento, Puskas y tantos otros. Mucho me han hablado de ellos mi padre y otros aficionados "pata negra" del Real Madrid que disfrutaron de su juego y de su entrega a unos colores.

Cuando mi padre de hizo socio del club de Chamartín aquellos futbolistas peinaban canas o estaban calvos y gordos. Yo conocí a la generación de los Pirri, Benito, Camacho, Juanito, Santillana y Stielike. Sus argumentos futbolísticos eran limitados y su técnica, su toque de balón y su sentido del juego estaban muy alejados de lo que representan ahora los "galácticos" (desafortunada etiqueta, por cierto, que acompaña al madridismo de los últimos años). Pero aquellos jugadores tenían corazón, mucho corazón, y conocían muy bien el significado de palabras como sacrificio y orgullo.

Anoche me acordé de ellos. Vi sudar a jugadores demasiado buenos como para caer en ese vicio. Vi gestos de rabia e impotencia en estrellas mediáticas criticadas en exceso. Sí, vi el espíritu de Juanito en el Bernabéu. Se rozó la proeza. Ganó el fútbol, al menos el fútbol que a mí me gusta, el fútbol del que tanto me ha hablado mi padre.

Foto tomada de realmadrid.com

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