martes, febrero 14, 2006

De parásitos, vanidosos, corresponsales de guerra, privilegios y maldiciones

Robert Fisk es un prestigioso periodista que ha trabajado como corresponsal en Oriente Medio durante los últimos treinta años. Es el único occidental que ha entrevistado tres veces a Bin Laden y recientemente ha publicado el libro La gran guerra por la civilización -editado en castellano por Destino y en catalán por RBA- en el que narra sus experiencias.

El suplemento dominical Magazine del pasado 12 de febrero publicó una entrevista con este veterano reportero, con texto de José Martí Gómez y fotos de Carlos González Armesto. Entresaco algunas de las reflexiones de este periodista británico:

"En Estados Unidos los periodistas tienen una relación parasitaria con el poder. Les cuesta retarlo, desafiarlo. Tienen miedo de que les acusen de ser poco patriotas, subversivos. En Gran Bretaña sucede un poco lo mismo, pero no hasta ese extremo. Hay periodistas, no soy el único, que intentan desafiar al poder".

"Cuando me encontré con Bin Laden por primera vez era una persona más humilde de lo que es hoy en día. Cuando nos volvimos a ver ya no tenía dudas sobre sí mismo. Era una persona más vanidosa y se expresaba con frases de construcción perfecta. Cuando uno le hacía una pregunta, antes de responder dedicaba un minuto a limpiarse los dientes con un palillo".

"En la primera guerra civil de Líbano me levantaba para ir a ver una incursión aérea o una batalla y luego regresaba a Beirut para invitar a cenar a una chica guapa diciéndome: 'He arriesgado mi vida y aquí estoy después de haber escrito una página para la historia'. Eso pasaba cuando era más joven. Ahora, cuando voy a un sitio peligroso lo hago con muchas precauciones..."

"Corro riesgos que moralmente debo correr porque tengo la obligación de informar. Existe una ecuación para la que no tengo respuesta: en cuantas más guerras estás, más aprendes a permanecer con vida, pero a cuantas más guerras vas, más probabilidades hay de que mueras... Una cosa es cierta: cada nueva guerra es más peligrosa que la anterior porque las armas cada vez tienen más poder letal".

"¿Se puede ser feliz siendo testigo de tanto horror? No. No soy feliz. Escribir este libro ha sido una experiencia deprimente. A lo largo de su escritura me he preguntado si debí dedicar a esto treinta años de mi vida. Ahora ya soy demasiado viejo para rebobinar mi vida. En el pasado creía que era un privilegio ser corresponsal de guerra. Ahora tal vez crea que ha sido una maldición. El libro es la historia de esa maldición".

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