viernes, febrero 24, 2006

Lennon versus McCartney

Soy un ferviente admirador de los Beatles y de John Lennon en particular. Por lo tanto, la eterna disputa Lennon versus McCartney, tanto en el plano humano como en el musical, tiene para mí un claro vencedor. Esto no significa que reniegue de las composiciones de Paul ni que deje de reconocer que también fue un genio del pentagrama.

Esta semana, la Escuela Politécnica de la Universidad CEU-San Pablo acogió una charla-coloquio titulada “The Beatles: revolución en la mente”, cuya intervención inicial corrió a cargo de Federico Alba, profesor del Máster en Dirección Cinematográfica del Instituto de Estudios Tecnológicos y Profesionales CEU.

Me habría gustado participar en el encuentro, pero tengo que conformarme con una reseña de lo que allí se habló. El profesor Alba mantiene la tesis de que Lennon es un fiel exponente de la intuición, mientras que McCartney simboliza el talento musical.

Alba dice que la música de Lennon refleja “urgencia, tensión, prisa por vivir” y sus letras incitan al oyente a “salir y participar de las cosas”. De su compañero de grupo dice que es “la inspiración, el trabajo y el talento musical”.

Esta discusión daría para horas y horas de debate. Sólo quiero apuntar aquí que estoy en desacuerdo con quienes ensalzan el genio de McCartney y lo comparan con autores clásicos de la talla de Mozart, mientras que de Lennon sólo destacan su rebeldía y extravagancia. Creo que los dos fueron muy buenos. Eso sí, estoy convencido de que en la época de los Beatles John nunca escribió horteradas (abajo les dejo una muestra) como las que firmó McCartney, muy dado a las letras cursis y a un cierto efectismo musical. Si me obligan a elegir, me quedo con Lennon. ¿Y ustedes?




martes, febrero 21, 2006

Grijelmo da un tirón de orejas a las facultades de Comunicación


No es la primera vez que lo ha dicho y posiblemente no será la última. Álex Grijelmo, presidente de la Agencia Efe, ha culpado a las facultades de Periodismo -ahora llamadas de Comunicación, como él se encarga de apostillar- de la "salud preocupante" que muestra el lenguaje periodístico, tanto en España como en América Latina.

Durante su participación en el Fórum Europa, y a una pregunta que le formuló Juan Cruz, el autor de Defensa apasionada del idioma español se quejó de los "rudimentos deplorables" que acompañan a los jóvenes becarios que se incorporan a las redacciones.

Grijelmo, con quien comparto plenamente su credo periodístico, dejó abierta una ventana a la esperanza y se mostró convencido de que en el futuro habrá una reacción y "entre todos" podremos poner remedio a esta situación.

En su opinión, los periódicos deben estar bien escritos para dar un valor añadido a las noticias y deben aportar a los lectores una mayor interpretación de los hechos, con el fin de diferenciarse de la radio y la televisión. "Al final", aclaró, "la riqueza de los periodistas estará en el lenguaje".

Frente a estas reflexiones de Grijelmo, me gustaría destacar que muchos de sus libros, sobre todo El estilo del periodista, fuguran en las bibliotecas de muchas facultades de Periodismo y son consultados a menudo por los estudiantes. Al menos, yo puedo dar fe de que eso ocurre en la Complutense.

Existen algunos profesores que tratan de inculcar a sus alumnos el amor y el respeto por su principal herramienta de trabajo, el lenguaje. Son los mismos que tratan de dar a sus clases un enfoque profesional y práctico destinado a que conozcan mejor el trabajo en las redacciones periodísticas.

Sí, las facultades tienen parte de culpa, pero no son las únicas responsables de las limitaciones de los becarios. Yo también confío en que la situación mejore. Y en ello estamos.

FOTO: Tarek Mohamed (Servimedia)

miércoles, febrero 15, 2006

Orgullo blanco


No estoy seguro, pero creo que a Alfredo Di Stéfano se le atribuye una frase que más o menos dice así: "El fútbol dejó de ser el mismo el día en que un secador de pelo entró en el vestuario".

Pues sí, mucho ha cambiado este deporte desde la época del legendario jugador blanco hasta nuestros días. El fútbol de hoy es mercadotecnia, derechos de imagen, televisión, negocio, camisetas... Le queda muy poco de aquella esencia que encarnaron como nadie jugadores como Di Stéfano, Gento, Puskas y tantos otros. Mucho me han hablado de ellos mi padre y otros aficionados "pata negra" del Real Madrid que disfrutaron de su juego y de su entrega a unos colores.

Cuando mi padre de hizo socio del club de Chamartín aquellos futbolistas peinaban canas o estaban calvos y gordos. Yo conocí a la generación de los Pirri, Benito, Camacho, Juanito, Santillana y Stielike. Sus argumentos futbolísticos eran limitados y su técnica, su toque de balón y su sentido del juego estaban muy alejados de lo que representan ahora los "galácticos" (desafortunada etiqueta, por cierto, que acompaña al madridismo de los últimos años). Pero aquellos jugadores tenían corazón, mucho corazón, y conocían muy bien el significado de palabras como sacrificio y orgullo.

Anoche me acordé de ellos. Vi sudar a jugadores demasiado buenos como para caer en ese vicio. Vi gestos de rabia e impotencia en estrellas mediáticas criticadas en exceso. Sí, vi el espíritu de Juanito en el Bernabéu. Se rozó la proeza. Ganó el fútbol, al menos el fútbol que a mí me gusta, el fútbol del que tanto me ha hablado mi padre.

Foto tomada de realmadrid.com

martes, febrero 14, 2006

De parásitos, vanidosos, corresponsales de guerra, privilegios y maldiciones

Robert Fisk es un prestigioso periodista que ha trabajado como corresponsal en Oriente Medio durante los últimos treinta años. Es el único occidental que ha entrevistado tres veces a Bin Laden y recientemente ha publicado el libro La gran guerra por la civilización -editado en castellano por Destino y en catalán por RBA- en el que narra sus experiencias.

El suplemento dominical Magazine del pasado 12 de febrero publicó una entrevista con este veterano reportero, con texto de José Martí Gómez y fotos de Carlos González Armesto. Entresaco algunas de las reflexiones de este periodista británico:

"En Estados Unidos los periodistas tienen una relación parasitaria con el poder. Les cuesta retarlo, desafiarlo. Tienen miedo de que les acusen de ser poco patriotas, subversivos. En Gran Bretaña sucede un poco lo mismo, pero no hasta ese extremo. Hay periodistas, no soy el único, que intentan desafiar al poder".

"Cuando me encontré con Bin Laden por primera vez era una persona más humilde de lo que es hoy en día. Cuando nos volvimos a ver ya no tenía dudas sobre sí mismo. Era una persona más vanidosa y se expresaba con frases de construcción perfecta. Cuando uno le hacía una pregunta, antes de responder dedicaba un minuto a limpiarse los dientes con un palillo".

"En la primera guerra civil de Líbano me levantaba para ir a ver una incursión aérea o una batalla y luego regresaba a Beirut para invitar a cenar a una chica guapa diciéndome: 'He arriesgado mi vida y aquí estoy después de haber escrito una página para la historia'. Eso pasaba cuando era más joven. Ahora, cuando voy a un sitio peligroso lo hago con muchas precauciones..."

"Corro riesgos que moralmente debo correr porque tengo la obligación de informar. Existe una ecuación para la que no tengo respuesta: en cuantas más guerras estás, más aprendes a permanecer con vida, pero a cuantas más guerras vas, más probabilidades hay de que mueras... Una cosa es cierta: cada nueva guerra es más peligrosa que la anterior porque las armas cada vez tienen más poder letal".

"¿Se puede ser feliz siendo testigo de tanto horror? No. No soy feliz. Escribir este libro ha sido una experiencia deprimente. A lo largo de su escritura me he preguntado si debí dedicar a esto treinta años de mi vida. Ahora ya soy demasiado viejo para rebobinar mi vida. En el pasado creía que era un privilegio ser corresponsal de guerra. Ahora tal vez crea que ha sido una maldición. El libro es la historia de esa maldición".

martes, febrero 07, 2006

Una recomendación


"No sé muy bien cuál es mi tierra y tampoco me interesa. Mi tierra, en todo caso, sería este libro, la literatura, soy mitad español, colombiano, chino, italiano, francés y un montón de cosas más", ha explicado a Efe Pedro Sorela, quien nació en Colombia, hijo de un español y una colombiana, nómadas ambos, que estudió en francés y que no ha parado de viajar hasta hoy.

Sorela es periodista y profesor de Redacción Periodística en la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid. Recientemente ha publicado Ya verás (Alfaguara), una novela que incita a la curiosidad, que habla de la complejidad de las identidades y del viaje, como vacuna contra nacionalismos. La recomiendo.

lunes, febrero 06, 2006

Teenage Fanclub

Me he dado de alta en Castpost, en su servicio de alojamiento
de vídeos y mp3. Esto es una prueba y he elegido una canción de uno de mis grupos actuales favoritos, los escoceses Teenage Fanclub. Se llama Winter y la podéis encontrar en su disco Songs From Northern Britain. Pelín blandengue y pachanguera, pensarán algunos. A mí me gusta.


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miércoles, febrero 01, 2006

Indignidad periodística

"Después de estudiar cinco años de Periodismo, deseo irme de aquí. Siento desgana por el trabajo. Al principio me llenaba, pero ahora me siento infravalorada. Necesito que económicamente valoren mi trabajo. En la redacción se palpa la falta de motivación de los redactores. La gente huye a su casa en cuanto es su hora. En definitiva, no haces nada por una empresa que no hace nada por ti. Es una situación totalmente indigna".

Estas reflexiones son de una becaria y figuran en un artículo del último número de Cuadernos de Periodistas, publicación editada por la Asociación de la Prensa de Madrid. La información, por cierto, no viene firmada por nadie y en ella se mantienen en el anonimato los nombres de los becarios que relatan su penosa experiencia.

Ya casi dejan de sorprendernos este tipo de comentarios de los jóvenes aspirantes a periodistas, que describen un mundo laboral marcado por los contratos precarios, las interminables jornadas de trabajo y la mediocridad y desmotivación que habitan en buena parte de las redacciones.

¿Alguien hace algo por ellos y por cambiar la situación? ¿A quién le corresponde hacerlo? ¿A las empresas periodísticas?, ¿a los sindicatos?, ¿a los colegios profesionales?, ¿al Gobierno?, ¿a la Universidad? Supongo que alguien sacará partido de este panorama desolador, que afecta a becarios y a profesionales con muchos años de experiencia a sus espaldas. El principal perjudicado es el periodismo y todos deberían arrimar el hombro para que la profesión recupere una mayor dignidad. No es una tarea fácil, desde luego. Hemos caído muy bajo.