
Noche triste para el madridismo la de ayer, y ya van unas cuantas. Mañana dura la de hoy para muchos madridistas cuando tomen un café con sus compañeros de trabajo y tengan que soportar todo tipo de bromas y comentarios sobre la manita de ayer en el Camp Nou.
Pero lo verdaderamente triste es ver a un equipo desnortado y sin corazón. Un grupo de futbolistas sin ambición ni orgullo deportivo. Salvo Casillas, dudo de que alguien más sienta vergüenza por lo de anoche. Y es triste también ver comportamientos como los de Sergio Ramos, que actuó como un pandillero repartiendo patadas y manotazos a troche y moche.
Hay que felicitar al Barça, reconocer su superioridad y admitir que cuenta en sus filas con una generación de futbolistas inolvidable, que marcará una época. Al final, el que gana es el fútbol y, aunque duela, hay que rendirse a la evidencia.